Con la llegada de Luca a nuestras vidas una gran revolución llegó a nuestra casa. Lo cambió todo. Nuestras costumbres, nuestros horarios y lógicamente nuestra relación de pareja.
Ahora somos tres, un equipo, y los roles han cambiado porque hay una personita que se ha convertido en el centro de nuestro mundo. Sin duda ha sido un proceso de adaptación enorme y día a día seguimos recalculando, redefiniendo y diseñando nuestra organización familiar, buscando la fórmula mágica. Pero con el paso de los meses te das cuenta de que ésta no existe, porque los bebés no siguen un patrón fijo, así que te armas de paciencia e intentas vivirlo con buen humor, adaptándote como un velero que navega según sople el viento. Pero la revolución va más allá de la logística, va sobre nuestros sentimientos y nuestro amor que, gracias a Luca, ahora es más grande. La alegría de tenerlo en nuestra vida, de verlo sano, observar cómo crece y acompañarlo en sus avances. Porque cada día este pequeño nos sorprende con algo nuevo y para una madre o padre, es un logro comparado a la llegada a la Luna: desde aprender a coger un objeto haciendo la pinza con los deditos hasta ver como se lanza a dar los primeros pasos.
Luca es revolución, porque no dormimos, porque a veces no entendemos qué es lo que necesita o no sabemos cuál es la mejor manera para ayudarlo en sus momentos difíciles (la salida de los dientes, los virus, la falta de sueño, o cuando llora por algo que no sabes qué es…) e intentas buscar la mejor solución a sus problemas pero a veces no aciertas y deseas ser una súper madre con poderes y poder quitarle de golpe ese dolor o sufrimiento. Luca es revolución porque su alegría te agranda el corazón, porque sus reacciones te descuadran y porque te mueres de la risa con sus ocurrencias. Luca es revolución porque ahora eres otra persona: con muchíiiiisma más paciencia, con otras prioridades y deseos. La maternidad te hace más fuerte y resistente, pero a la vez te sientes más vulnerable, porque si algo le ocurriera a tu hijo el mundo se vendría abajo. Nuestra pequeña gran revolución ha llegado para iluminar nuestras vidas, como su nombre indica, Luca ha llegado para llenar de luz nuestra casa.